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miércoles, 14 de marzo de 2012

El trotskismo al servicio de la CIA contra los países socialistas


Ludo Martens
Parti du Travail de Belgique
Octubre 20 de 1992

Después del triunfo de la contrarrevolución burguesa en Europa del Este y en la Unión Soviética, queda de manifiesto, y sin lugar a dudas entre los comunistas, cuál es la verdadera motivación del trotskismo.

El desarrollo del proceso contrarrevolucionario en Europa del Este y la Unión Soviética, nos revela claramente el sentido de clase que imprimen los trotskistas a su posición ideológica, permitiéndonos verificar en la práctica la ambivalencia del discurso que han sostenido por más de sesenta años. No es complicado, hoy día, percibir a través de su lenguaje "izquierdista" el verdadero objetivo de esta corriente.

Nos basta leer las declaraciones que han hecho en los últimos dos o tres años, para ver que su estrategia central es el anticomunismo absoluto; una corriente que recluta a los elementos progresistas de la pequeña burguesía, para adoctrinarlos en el anticomunismo.

En suma, decimos que esta tendencia sólo ha llevado a cabo con perseverancia, continuidad y convicción el combate contra el marxismo-leninismo y el movimiento comunista internacional.

Es nuestro propósito probar la veracidad de estas afirmaciones, y lo haremos mediante el estudio y análisis de las proposiciones hechas por los trotskistas en el momento en que surgen las contrarrevoluciones, llamadas de terciopelo, que conllevaron a la restauración del capitalismo en Europa del Este y en la Unión Soviética.

"¡La restauración del capitalismo es imposible!"

En los años treinta Stalin planteó una pregunta esencial: ¿En un país en el cual el socialismo ha establecido la dictadura de la clase trabajadora, es posible el restablecimiento del capitalismo? Trotski respondió: el restablecimiento del capitalismo es imposible sin un levantamiento armado de la burguesía y sin una guerra civil prolongada. Su planteamiento de la "restauración imposible", sirvió para eliminar toda alerta política e ideológica, favoreciendo una posición conciliadora y estimulante, tanto al interior del Partido, como hacia el enemigo de clase en la sociedad.

Desde la Revolución Cultural, los marxistas-leninistas reafirmaron que un Partido Comunista puede degenerar al ser invadido por concepciones y teorías burguesas y pequeño-burguesas.

El revisionismo es la adopción de las ideas de la burguesía y la pequeña-burguesía disfrazadas con terminología marxista-leninista. Cuando el revisionismo definitivamente logra acaparar un partido comunista, éste se vuelve el instrumento principal para el restablecimiento burgués progresivo, tanto en el plano ideológico-político como económico.

Mandel, el líder principal de la llamada IV Internacional, se ufana afirmando que esta teoría "estalinista" sólo sirve para justificar la arbitrariedad, haciendo así eco a una de las tesis de Trotski.

"Sólo verdaderos tontos..."

En 1934 Stalin demostró que la corriente del grupo oportunista Zinoviev-Kámenev, llevaría necesariamente al restablecimiento del capitalismo en la Unión Soviética. La historia demostró que las críticas de Stalin a Trotski, al grupo Zinoviev-Kámenev y posteriormente a los seguidores de Bujarin, fueron de mucho acierto.

El rechazo de esas proposiciones, en el curso de los años veinte y treinta, permitió mantener la dictadura del proletariado y construir el poder político y militar necesario para defender al socialismo de la agresión fascista. Muchas ideas de Trotski, Zinoviev y Bujarin fueron retomadas medio siglo después por los revisionistas Jruschov y Brezhnev; y solo dos años después de la rehabilitación oficial de estas ideas oportunistas por Gorbachov, el restablecimiento del capitalismo era un hecho real.

Es de recordar que en 1943, Trotski argumentó contra Stalin: "Sólo verdaderos tontos son capaces de creer que proposiciones capitalistas, tales como la propiedad privada de los medios de producción, o de la tierra, puedan restablecerse de una manera pacífica en la Unión Soviética, y que desemboquen en un régimen democrático-burgués. De hecho el capitalismo sólo puede restablecerse en Rusia a través de un violento golpe de Estado contrarrevolucionario, que exigiría diez veces más de víctimas que la Revolución de Octubre y la guerra civil". (1) Diez veces más, eso quiere decir que el restablecimiento del capitalismo en Rusia significaría un número de víctimas entre los 50 y 90 millones...

1989: "La restauración imposible a mediano plazo"

Ya en 1989, momento en el cual las fuerzas contrarrevolucionarias ejercían su abierta ofensiva, Mandel persiste afirmando que el fantasma de la restauración capitalista no es otra cosa que una mentira estalinista para justificar la "represión". En 1989 ya se habían pasado al campo imperialista Polonia y Hungría. Sin embargo Mandel escribía: "La pequeña y media burguesía forman tan solo una minoría en la sociedad de estos estados obreros-burocráticos y gozan solamente de una ayuda limitada del gran capital internacional. Pero sumando todo esto, la confluencia de intereses no es suficiente para que a corto o a medio plazo se pueda imponer el capitalismo." (2)

Ya hace mucho tiempo que los marxistas-leninistas describieron las cuatro fuerzas sociales que forman la base para el restablecimiento. Primero, es la capa de burócratas y elementos corruptos en el seno del Partido y del aparato de Estado. Segundo, son las fuerzas políticas e ideológicas de las viejas clases reaccionarias. Tercero, son los nuevos elementos burgueses y explotadores que se han desarrollado dentro de la sociedad socialista. Cuarto y último, son las fuerzas imperialistas que, de manera abierta o clandestina, funcionan en los países socialistas. Mandel desconoce la existencia de las dos primeras formas y minimiza las otras, aunque desde Reagan se duplicó la infiltración e intervención capitalista.

Mandel utiliza los mismos argumentos para apoyar la contrarrevolución en la Unión Soviética: "¿Para dónde va la Unión Soviética de Gorbachov? Excluyamos, por ser imposible, la posibilidad del restablecimiento del capitalismo en la URSS, ya que de la misma manera que es imposible eliminar el capitalismo, tampoco este se puede restaurar progresivamente." (3)

Los trotskistas dispersaron a los cuatro vientos su teoría de imposibilidad de restauración mientras existiese la más mínima resistencia por parte del Partido Comunista y del Estado.

Desde los años treinta, esta teoría justificará la desproporcionada ayuda a todas las corrientes oportunistas y contrarrevolucionarias. En los años treinta y cuarenta también apoyaron a todas las corrientes y fracciones oportunistas en su lucha contra la dirección marxista-leninista del Partido. En 1956, aplaudieron al "corajudo antistalinismo" de Jruschov, convirtiéndose en propagandistas de Solzhenitsin, el reaccionario seguidor del zar; apoyaron a todas las fuerzas reaccionarias nacionalistas y fascistas, como también a los disidentes prooccidentales. Propagaron sin rodeos todas las teorías anticomunistas que estaban de moda en los círculos gorbachovianos, e incluso destinaron dos tercios de su propio periódico a artículos de derecha, tomados del Novedades de Moscú y del Sputnik. (4) Resumiendo, en nombre de la teoría de la restauración imposible, los trotskistas apoyaron a todos los contrarrevolucionarios, hasta el día en que no quedó nada de las ideas e instituciones socialistas creadas y defendidas por Lenin y Stalin.

Una vez terminada la batalla, Mandel mencionó en una entrevista posterior a los hechos del Este, la teoría de imposibilidad de la "restauración": "Excluyo la posibilidad de una restauración gradual y pacífica e imperceptible del capitalismo. Esta es una ilusión reformista, antes deberán romper la resistencia obrera...". Más adelante continuó su declaración aludiendo a la trotskista Catherine Samary, quien dice que la restauración es posible, pero se hará "exclusivamente sobre el modelo turco..." (5). La evocación de una eventual restauración no influye en lo absoluto en la política trotskista, que guarda invariablemente su objetivo primero: la destrucción de todo lo que se parezca al comunismo. De este modo tres meses más tarde, a fines de diciembre de 1989, cuando se produce el asalto final de la contrarrevolución, los trotskistas lanzan la siguiente consigna en primera página: "Solidaridad con la revolución que comienza al Este..." (6)

De un lado "la burocracia", del otro "las masas"...

La tesis de restauración imposible les sirvió de camuflaje durante sesenta años para desertar decentemente y pasar al lado de los anticomunistas.

Stalin, y después Mao Tsetung, enfatizaron que la lucha de clases continúa dentro del socialismo; que la lucha entre el camino socialista y el camino capitalista permanece durante un gran período histórico, y por supuesto una restauración capitalista siempre es posible. Que para mantener y fortalecer el socialismo, se necesita un Partido Comunista marxista-leninista auténtico, una estructura que en momentos necesarios purifique sus filas de corrientes oportunistas. El socialismo se debe defender contra sus enemigos, contra los restos de las viejas clases reaccionarias, contra los nuevos elementos burgueses que renacen durante el nuevo régimen, y contra los agentes del imperialismo.

Mandel y los trotskistas desarrollan una "teoría" original para combatir estos conceptos: la lucha de clases existe en realidad dentro del socialismo... Pero esta lucha opone la "burocracia" a las "masas populares".

Denunciando violentamente "la burocracia", como lo hicieran antes los fascistas, los líderes trotskistas apoyan toda forma de oposición reaccionaria contra el socialismo, afirmando que éste es el sentido de le reivindicación y de la voluntad de las "masas populares". Convirtiéndose en abogados de todas las fuerzas burguesas y anticomunistas, los trotskistas sitúan de un lado la "burocracia" que frena las libertades democráticas, y al otro lado las fuerzas de la "revolución política" que luchan por el "socialismo auténtico".

Así escribe Mandel en octubre de 1989: "El sentido principal de todas las luchas políticas actuales no gira alrededor de la restauración del capitalismo, sino que se trata de avanzar hacia la revolución política antiburocrática, es decir salvaguardar todas las libertades democráticas que las masas conquistaron durante la glasnost. La lucha principal no se sitúa entre las fuerzas procapitalistas y las fuerzas anticapitalistas sino que es la oposición de la burocracia contra el pueblo". (7)

Partiendo de este punto de vista, que sitúa "la burocracia contra las masas", Mandel apoya abierta y explícitamente las fuerzas liberales, socialdemócratas, monarquistas y fascistas, en su lucha en contra de los restos del socialismo.

"La glasnost es trotskismo..."

En el momento que la burguesía internacional reconocía que la restauración del capitalismo ya era un hecho, Mandel recibía los honores de la prensa anticomunista de la Unión Soviética. Su desvergüenza llega a tal extremo que lo llevó a declarar que Gorbachov era un gran revolucionario, retomador de las teorías trotskistas. Dice Mandel: “ahora pueden ver todos los comunistas del mundo quiénes son los verdaderos revolucionarios y contrarrevolucionarios. Trotski, los trotskistas, Gorbachov y los seguidores de Gorbachov se encuentran en el campo de la revolución; Stalin y los estalinistas están en el campo de la contrarrevolución”. Mandel declara en Managua que Stalin representa una "contrarrevolución violenta" (8).

Felizmente, gracias al esfuerzo de Mandel y Gorbachov, hemos avanzado en 1990 hacia la verdadera revolución.

He aquí la declaración de Mandel a Temps Nouveaux: "Temps Nouveaux: ¿Declara Gorbachov que la perestroika es la nueva revolución auténtica? Ernesto Mandel: Si, efectivamente él dice eso, y esto es en realidad muy positivo. Nuestro movimiento ha defendido durante 55 años esta tesis, por lo cual se le denominó contrarrevolucionario. Hoy en día se comprende bien, en la Unión Soviética y en el seno de la mayoría de los movimientos comunistas internacionales, dónde se encontraban en realidad los verdaderos contrarrevolucionarios". (9)

No hubo que esperar dos años para ver caer la Unión Soviética en manos de la mafia pronorteamericana y zarista, para ver florecer las fuerzas fascistas y zaristas en Rusia y las otras repúblicas, y para ver diferentes guerras civiles reaccionarias entre las diferentes fracciones burguesas de la población civil. Esto descubre la verdadera faz de los "revolucionarios" de la glasnost y la perestroika; esto demuestra también para qué fuerzas políticas trabaja Mandel, este profesional del anticomunismo.

Catherine Samary, la otra estrella de la IV Internacional, confirmó a la prensa soviética que Gorbachov aplicó el programa desarrollado por Trotski. Ella hace el elogio de la glasnost:

"En vuestro país aún no se ha publicado nada acerca de la plataforma de izquierda que luchó contra Stalin y que propuso un camino alternativo para la construcción del socialismo. Pero están ustedes en vía de adoptar esas ideas: construir una democracia socialista auténtica y la autogestión". (10)

El apoyo de Mandel a Yeltsin

Mandel, ferviente partidario de la glasnost de Gorbachov, considera como obligación propia el apoyo a las fuerzas más a la "izquierda" de Gorbachov, convirtiéndose así en el vocero de Yeltsin y Sajarov.

A comienzos de 1989 Mandel presenta a Yeltsin como el representante de los trabajadores, el hombre de la democratización, que interpreta las ideas de la clase política consciente de la URSS. Mandel escribe en su libro sobre Gorbachov: "La destitución de Yeltsin (el 11 de noviembre de 1987) como dirigente del PCUS es un retroceso grave en el proceso de democratización de la URSS". (11)

"Yeltsin es hoy la personalidad política más popular entre los trabajadores soviéticos. Espontáneamente se hicieron miles de etiquetas con el eslogan 'Que regrese Yeltsin'. Todo esto señala la voluntad de una clase política consciente, dispuesta a conservar y ampliar las libertades democráticas parciales obtenidas durante el período 1986-1988". (12)

El 3 de abril de 1989, Mandel da la bienvenida "Al nacimiento de una izquierda más radical y masiva, con tres líneas directivas y progresistas que sobresalen en la plataforma de Yeltsin y Sajarov: contra los privilegios de la burocracia, por más igualdad y por un sistema multipartidario". (13)

Sajarov, el representante de la "izquierda radical", tenía ya hace muchos años la reputación de agente oficial de la CIA en la Unión Soviética. Él apoyó con entusiasmo la agresión norteamericana contra Vietnam.

Compartía la idea de que los norteamericanos hubieran ganado la guerra "si hubiesen actuado con más decisión en el campo militar y sobre todo en el campo político". (14) La prensa internacional ha comentado la admiración de Yeltsin por el capitalismo norteamericano y reconoció los contactos de Yeltsin con la CIA durante su primer viaje a los EU. Incluso un periódico belga de derecha como De Gazet van Antwerpen, reconocía que Yeltsin exageraba al declarar: "El capitalismo no está en declive, al contrario florece. Con poco dinero se puede comprar todo. En las calles no hay ningún peligro durante la noche. Incluso los desamparados tienen una visión positiva de la vida". (15)

¡Después de estos propósitos abiertamente antisocialistas, Mandel seguía considerando a Yeltsin como "la izquierda radical democrática" del Partido Comunista de la URSS!

A principios de 1990 continuaba la prensa trotskista demostrando su apoyo a la "democracia radical" y a la oposición en la Unión Soviética: "El Moskovkaya Pravda del 23 de febrero de 1990 publicó 'la plataforma democrática' de la oposición radical democrática dirigida por Yeltsin. La plataforma exige: el ejercicio del poder por los soviets, elegidos en base a un sistema multipartidario, la abolición del "rol" dirigente del PC y la aprobación de una ley que legalice el sistema multipartidario". (16)

Está claro que los trotskistas permanecen apoyando esos puntos de vista de Yeltsin, al coincidir con su línea "revolucionaria".

Mandel llega a un extremo tal, que declara a Yeltsin como el nuevo Trotski: "En este momento, Yeltsin representa la tendencia que está por la reducción del enorme aparato burocrático. Él camina sobre las huellas de Trotski." (17)

Mientras en 1991 Yannaviev trató de improvisar un golpe de Estado, Yeltsin por su parte preparó un golpe de Estado auténtico que destruía toda la legalidad del sistema existente: fue apoyado por una movilización internacional desenfrenada de todas las fuerzas imperialistas. Mandel y los trotskistas estaban por supuesto al lado de Yeltsin. "La movilización, la nueva vida propagada por Yeltsin y el rechazo al sistema anterior muestran el fracaso de lo que más parece un cambio de ruta, que un golpe de Estado. Hay que oponerse a los cabecillas y estar al lado de Yeltsin para que desarrolle la autoorganización, el pluralismo político y la libertad de opinión, que son las únicas garantías de los cambios que se aproximan. Somos partidarios de la nacionalización de las propiedades del Partido Comunista y de los sindicatos oficiales". (18)

Para todos los anticapitalistas honestos era claro que Yeltsin representaba las fracciones ultraliberales y pronorteamericanas de la nueva burguesía rusa, que conservaba con mucho honor la herencia zarista. Sin embargo los trotskistas aplaudieron el golpe de Estado contrarrevolucionario de Yeltsin, porque éste abría camino a la "autoorganización", es decir la autoorganización de las masas contra el Partido Comunista, ya que el pluralismo introducía la libertad para los partidos liberales, socialdemócratas, fascistas y zaristas. La libertad para todos los partidos burgueses, acompañada de la inevitable represión contra las organizaciones comunistas, incluso llegando a su prohibición, lo que es propio de todo sistema burgués-pluralista.

Un año más tarde nadie podía negar, incluso la gran burguesía internacional, el carácter de extrema derecha y proimperialista de Yeltsin.

Como verdaderos provocadores anticomunistas, los trotskistas se atrevieron a titular: "¿Sigue Boris Yeltsin las huellas de José Stalin?" (19). Este ejemplo nos muestra que estos anticomunistas no retroceden ante ninguna bajeza. Ellos apoyaron hasta el final al liberal Yeltsin en su lucha anticomunista y lo compararon con su respetado jefe revolucionario, el gran Trotski; y después de algunos meses, cuando la restauración capitalista fue un hecho, luego de que Yeltsin honró la memoria de los viejos zares, los trotskistas declararon que Yeltsin se parece a su peor enemigo: Stalin.

"Un gran suspiro de alivio..."

En abril de 1989, Mandel publicó un libro en el cual reflejaba todo lo que pensaba sobre Gorbachov, Yeltsin, y sobre todo de la Glasnost.

No olvidemos que difícilmente la burguesía escondía su entusiasmo por los cambios que Gorbachov introducía.

La señora Thatcher se declaró partidaria de la Glasnost y de la perestroika; la burguesía anunciaba el fin del comunismo y el comienzo de una era de paz, de democracia y libertad. Con su solapado "lenguaje de izquierda", Mandel apoyó como siempre la corriente de moda en la burguesía. En su libro escribe: "La pesadilla del estalinismo y del brezhnevismo está definitivamente superada. El pueblo soviético, y el proletariado internacional, y toda la humanidad puede dar un suspiro de alivio." (20)

Sin embargo, en este tiempo nosotros habíamos enfatizado que la contrarrevolución en Europa del Este y en la Unión Soviética era un triunfo estratégico del imperialismo; esto significaba una catástrofe para el pueblo de los antiguos países socialistas; acentuaría la represión en el tercer mundo, donde el pueblo sería la primera víctima de los cambios. En aquel tiempo decían los trotskistas: "La locura de la dirección del PTB se acentúa". (21) ¡En el mismo periódico trotskista, explicaban que "el gran suspiro de alivio para la humanidad", promía un futuro sin intervenciones militares imperialistas para los pueblos del tercer mundo! "Los movimientos de masas en Europa del Este significan también una amenaza.... para el imperialismo.

Una intervención internacional del imperialismo en el tercer mundo se hace mucho más difícil". (22) Y cuando un año después la coalición imperialista dirigió su agresión bárbara contra Irak, los trotskistas declararon que ellos luchaban contra Saddam Hussein y contra los aliados. Mientras tanto "el suspiro de alivio" en Europa del Este y la Unión Soviética se convirtió en un grito de horror ante el desempleo, la miseria, la pobreza, el nacionalismo reaccionario y la guerra civil.

Soñando con el "suspiro de alivio" del pueblo soviético, Mandel intenta dar un broche de oro a su libro.

Resumimos la última página: "La evolución actual confirma que las predicciones de Trotski, de hace medio siglo, parecen más realistas y probables: "si el proletariado se activa, queda el aparato estalinista flotando en el aire. Si aun así ofrece resistencia se tomarán medidas, no tipo guerra civil, sino más bien medidas policiales. Aquí no se trata en ningún momento de un levantamiento contra la dictadura del proletariado, sino de retirar la maleza."

Continúa: "La revolución que se prepara contra la burocracia, no será una revolución social, como la de octubre de 1917, pues no se trata de cambiar la base económica de la sociedad, ni de reemplazar una forma de propiedad por otra. Así será." (23)

Es meritorio que Mandel se asocie al viejo Trotski en su análisis de la glasnost (quien apenas un año después servirá para desenmascararlo como irremediable anticomunista). Después de 300 páginas de análisis, Mandel concluye que la predicción de Trotski podría realizarse gracias a la glasnost. Hace medio siglo ya que Trotski se esforzaba para provocar un levantamiento antibolchevique. Como la dictadura del proletariado era consistente, y el Partido bolchevique movilizaba con dinamismo a las masas de campesinos y obreros, Trotski se refugió en la seductora demagogia "izquierdista": si se derroca al Partido "estalinista", la dictadura del proletariado seguirá vigente, y sólo se acabaría con "la falacia burocrática". El levantamiento desparasitaría un cuerpo sano. No habrá más clases reaccionarias o de venganza en el cuerpo de la sociedad soviética y no habrá nuevas fuerzas burguesas.

El cuerpo socialista se levantará contra el "parásito estalinista". Trotski tenía que asegurar a los obreros que su levantamiento no cambiaría las bases económicas del socialismo; que en ningún momento se pensaría en introducir de nuevo la propiedad privada. ¡Por supuesto! Cincuenta años después daría Mandel las mismas seguridades utilizando estas sentencias como conclusión en su libro: la glasnost y el proceso de "democratización" en la sociedad soviética, llevados hasta el final, conservarán y reforzarán la dictadura del proletariado, y no cambiarán nada en lo que respecta las bases económicas de la sociedad.

Dos años después pudimos asistir al derrocamiento criminal y contrarrevolucionario, que fue justificado por estas cálidas palabras.

La "revolución política antiburocrática" de los trotskistas

Desde hace sesenta años, los trotskistas insisten en que quieren erradicar la burocracia en los países socialistas por medio de una "revolución política". El odio de Trotski al sistema socialista se hace notorio en su caracterización de la dirección bolchevique de la Unión Soviética: la "casta de nuevos ricos rapaces", la "oligarquía total", la "nueva aristocracia", la "banda criminal de Stalin" (24), la "casta de los nuevos opresores y parásitos", la "burocracia total", el "grupillo autocrático". (25) Este es el mismo discurso que podemos encontrar en la literatura fascista a finales de los años treinta.

Según Trotski, la movilización de todas las fuerzas de oposición contra la "burocracia", conducirá a una revolución política que liberará a la sociedad socialista auténtica de los parásitos burócratas. Esta teoría constituye, según el grupo de Mandel, el núcleo de la doctrina trotskista: "La teorización de la degeneración burocrática de la URSS y de la revolución política es la adquisición programática más importante del movimiento trotskista. La revolución política y las tareas que comprenden su preparación dan la razón de existencia a la IV Internacional". (26)

Provocaciones al servicio de los nazis

El significado real de la teoría de la "revolución política" se hizo claro en el transcurso de las luchas en los años treinta. Toda la burguesía de Occidente mostró su apreciación positiva por Trotski, por su "análisis profundo de la revolución traicionada". En realidad Trotski hablaba como un poseído anticomunista y su palabrería contra el Partido bolchevique y contra Stalin fueron y son aplaudidos aun por los ideólogos del imperialismo.

Nos limitamos a dar aquí un ejemplo. En 1982 Henri Bernard, profesor emérito de la Real Academia Militar de Bélgica, editó un libro para prevenir a la opinión pública del peligro soviético. Él dice: 1934 se parece a 1982, los nazis de ayer se parecen a los comunistas de hoy, el antifascista Einstein encontró su seguidor en el anticomunista Solzhenitsin. (27)

Para mostrarnos la amenaza que rodea al Occidente en 1982, Bernard juzgaba útil hacer un recorrido histórico por la Unión Soviética a partir de 1917.

He aquí algunas frases recopiladas durante ese largo trayecto: "Lenin, como Trotski, era un ser humano.

Su vida sentimental no era abatida por ninguna finesa. Trotski debía normalmente suceder a Lenin. A pesar de las divergencias de opinión, Lenin siguió conservando gran afecto por Trotski, y pensaba en él como su sucesor. Encontraba que Stalin era muy brutal. En el plano interno, Trotski rechazaba la burocracia atemorizante que paralizaba la máquina comunista. En fin, Trotski sostenía que un régimen sólo se podría desarrollar con una gran libertad de opinión y un espíritu constructivo crítico. Artista, hombre de letras, inconforme y frecuentemente profeta, no se pudo reconciliar con los dogmas primarios del Partido." (28)

De esta forma habla uno de los principales jefes del servicio de investigación militar, sobre los méritos de Trotski.

En 1938, la agresión de Hitler es una amenaza constante para la Unión Soviética, momento en el cual el Partido Comunista lleva a cabo una lucha definitiva contra los derrotistas y colaboradores, y es precisamente ahí, cuando el Partido moviliza todas las fuerzas para la lucha gigantesca que se aproxima, que Trotski lleva a cabo su provocadora agitación, que sirvió sobre todo de argumento a los nazis.

En 1938 se preparaban todos los comunistas y patriotas soviéticos, en cuerpo y alma, a las tareas políticas y militares en perspectivas de la agresión nazi. Los demenciales llamados de Trotski a un levantamiento armado, tan solo encontraron resonancia en los peores enemigos del socialismo. He aquí algunos puntos de vista que Trotski defendía entre 1938 y 1940.

"Sólo se puede asegurar la defensa del país por medio de la destrucción del grupillo autocrático de saboteadores y derrotistas" - 3 de Julio de 1938. (29)

En ese momento, ante la amenaza nazi, las tensiones en la Unión Soviética se hacían mayores. Algunos grupos de oportunistas, para quienes los sacrificios eran demasiados, y algunos grupos contrarrevolucionarios, habían planeado un golpe de estado. La depuración, estrictamente necesaria en vista de las perspectivas de guerra, debía ser dirigida precisamente contra estos grupos. Trotski les dio un argumento nuevo para apoyar la agitación contra el Partido: La derrota de la URSS por los nazis es un hecho si Stalin y los estalinistas permanecen al poder, por esto hay que destituir la dirección actual del Partido por medio de un levantamiento. Esto coincidía exactamente con los objetivos de los nazis, quienes querían desencadenar una guerra civil para realizar más fácilmente sus planes de invasión.

"Sólo el derrocamiento del grupo separatista del Kremlin podrá restaurar la fuerza militar de la URSS.

Todos los que de forma directa o indirecta apoyen el estalinismo, todos los que exageren la fuerza de su ejército, son los grandes enemigos de la revolución socialista y de los pueblos oprimidos." - 10 de octubre de 1938. (30)

Habría que tener en cuenta que los nazis alemanes creyeron en esa propaganda y la apoyaron con firmeza para darle fin al bolchevismo. Pero después de 6 meses de guerra tuvieron que reconocer que ellos habían subestimado las posibilidades militares y la combatividad de los soviéticos.

"Sólo un levantamiento del proletariado soviético contra la tiranía vergonzosa de los nuevos parásitos puede salvar lo que queda en las bases de la sociedad de las conquistas de Octubre" - 14 de noviembre de 1938. (31)

"Las conquistas de la Revolución de Octubre sólo le pueden servir al pueblo si son capaces de actuar contra la burocracia estalinista, como cuando actuaron contra la burocracia zarista y la burguesía. (...) Esto sólo se puede lograr de una manera: por medio del levantamiento de los obreros, los campesinos y los soldados del Ejército Rojo contra la nueva casta de opresores y parásitos. Para preparar un levantamiento de esta magnitud se necesita un nuevo partido, la IV Internacional" - Mayo de 1940. (32)

Los lectores habrán notado la fecha en la cual se produjo esta prosa delirante: mayo de 1940. Hacía ya 7 meses que Inglaterra y Francia le habían declarado la guerra a la Alemania de Hitler; dos meses antes Finlandia, aliado de Alemania, capitulaba ante la Unión Soviética luego de tres meses de guerra. Stalin trataba por todos los medios de ganar tiempo, sabiendo que la agresión nazi se podría llevar a cabo en cualquier momento. En medio de estas circunstancias Trotski lanzaba provocaciones criminales y escandalosas, hizo un llamado al pueblo y más tarde al ejército contra "la nueva clase de parásitos". En aquel entonces era muy popular dicha terminología entre los seguidores de Hitler. ¿Cómo pudiesen no haber llegado los bolcheviques a la conclusión que Trotski se había descarrilado de tal manera que actuaba como un agente de Hitler?

En vista de sus declaraciones anticomunistas, durante el período 1938-1940, Trotski y los pequeños grupos de sus acólitos se habían convertido en provocadores, conscientes e inconscientes, al servicio de los nazis.

Pero ellos no pudieron ejercer la más mínima influencia en el desarrollo de los combates. Gracias a un esfuerzo gigantesco en la organización y movilización de la población, del Ejército Rojo y los grupos de guerrilleros, gracias a los esfuerzos sobrehumanos en el campo de producción militar y la construcción de nuevas fábricas, los bolcheviques fueron capaces de preparar al país eficazmente para una confrontación ineluctable contra los criminales nazis.

Al final de la guerra antifascista los pequeños grupos de trotskistas en todo el mundo estaban completamente desacreditados y aislados.

Jruschov dio la oportunidad a los trotskistas anticomunistas de levantarse con la crítica al gigantesco trabajo del camarada Stalin, tomando las mismas palabras de la reacción mundial. Por ello hoy la línea de Jruschov, que fue profundizada y ampliada por Brezhnev y Gorbachov, dio paso a la restauración del capitalismo salvaje.

En vista de esto, decimos hoy que aquellos que no son capaces de reconocer el carácter provocador, anticomunista y profascista de las mencionadas tesis de Trotski, no son verdaderos comunistas.

Mandel apoya a los nazis ucranianos

Observemos ahora qué fuerzas políticas y sociales han sido apoyadas por los trotskistas desde la segunda guerra mundial en nombre de su "revolución política".

Cuando en 1941 los nazis invadieron una parte de la Unión Soviética, fundaron y apoyaron en Ucrania un movimiento nacionalista y pronazi, que asesinaba a miles de judíos, polacos y comunistas. En 1944, a su partida, los nazis dejaron grupos fascistas ucranianos adiestrados por oficiales alemanes nazis. ¡El grupo de Mandel aplaudió esta contrarrevolución nazi, como si esta fuese una parte de la "revolución política antiburocrática"! ¿Increíble? Juzgue usted mismo.

En 1988 escribía Mandel: "Durante la segunda guerra mundial la IV Internacional subestimó el potencial revolucionario del movimiento nacionalista ucraniano. La Internacional tan sólo percibió la existencia del movimiento nacional revolucionario de liberación cinco años después de la guerra, cuando los combatientes ucranianos libraban su última batalla". (33)

AquÍ se dejaron ver los trotskistas claramente como provocadores al servicio directo de los nazis. Los trotskistas utilizaron en esta oportunidad la mentira que, desde 1945, fue divulgada por el servicio norteamericano de información, según la cual los nacionalistas ucranianos hubiesen luchado contra Hitler y contra Stalin. ¿Cuál será la verdad?

En una revista para ex combatientes del frente Este, relataba un oficial alemán del Waffen-SS sus experiencias en Ucrania. Él reconoce que el pueblo ucraniano "estaba muy defraudado con la política alemana durante la invasión". Antes de retirarse, el ejército alemán había formado la división Galicia de la Waffen-SS, que estaba compuesta por ucranianos y dirigida por militares alemanes. Melnik, el comandante del Ejército ucraniano insurreccional tomó "la responsable decisión de luchar en dos frentes: contra los soviéticos y contra los alemanes" (contra los alemanes... que ya se estaban retirando). El oficial nazi describe las luchas que él libró en julio de 1944 junto con "sus ucranianos" contra el Ejército Rojo. "El hecho de que soldados alemanes y ucranianos hayan combatido conjuntamente contra el enemigo común le dio una nueva dimensión a la historia de las relaciones nazi-ucranianos." (34)

¡Es realmente una realidad maravillosa esta "revolución política trotskista" con el Waffen-SS a la cabeza!

Con la contrarrevolución en Berlín y Budapest

La gran mayoría de la población alemana apoyó activamente el régimen de Hitler durante toda la guerra.

Cinco años después de la derrota la influencia de los nazis estaba presente, tanto en Alemania de Oeste como del Este.

En el Oeste siguen los viejos nazis y los colaboradores de los nazis a la cabeza de las grandes empresas, magistratura y el ejército. La guerra fría desatada por los Estados Unidos e Inglaterra, conservaba el anticomunismo entre aquellos que en la RDA añoraban el sistema anterior.

Cuando en 1953 en Berlín del Este revienta una revuelta dirigida por viejos nazis y apoyada por el grupo del General Gehlen (ex jefe del servicio secreto nazi y desertado hacia la CIA), Mandel aplaudió esta "lucha antiburocrática": "La casta burócrata no retrocede ante las peores crueldades, esta lección histórica fue escrita con sangre en los muros de Berlín en 1953". (35)

En Hungría había dominado sin tregua el régimen fascista de Horthy desde 1919 hasta 1944. En 1956 revienta la contrarrevolución húngara, lanzada por los fascistas con el apoyo de la CIA; Mandel aplaudió:

"La revolución húngara de octubre-noviembre de 1956 es la que ha llegado más lejos en el camino a la revolución política antiburocrática". (36)

Queremos agregar aquí que aquellos que en 1989 en Budapest pidieron el comercio libre y la alianza a la OTAN declaraban con ello la realización del programa de levantamiento anticomunista de 1956. Con ello honraron la memoria de su "héroe nacional", Imre Nagy, quien el 31 de octubre de 1956 se retiraba del Pacto de Varsovia y declaró con ello la "neutralidad" de Hungría... ésta fue precisamente la frase más repetida que se formuló en Radio Europa Libre. (37) La prensa trotskista aprobó las grandes manifestaciones anticomunistas del verano de 1989 en Hungría. Así escribe Mandel: "Esta semana protestaron un millón de personas en Budapest, rindiéndole homenaje a la memoria del camarada Imre Nagy, dirigente comunista del gobierno de esta revolución, fusilado por los estalinistas". (38) (Entre paréntesis, la prensa fascista también hizo honores a Nagy, este partidario nacionalista ejecutado por los estalinistas...). El mismo periódico trotskista declararía más lejos: "Imre Nagy tuvo que pagar con su vida por su acción valerosa al lado de los consejos de obreros en el gran Budapest. Estos consejos exigieron la democracia dentro del socialismo". (39)

En el libro "La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo" hemos dedicado un capítulo al análisis de la contrarrevolución de 1956 en Hungría.

Con Solidarnosc, el "poder obrero"

¡Solidarnosc fue presentada por los trotskistas como una organización comprometida en la lucha contra la burocracia estalinista y por el socialismo proletario! La IV Internacional escribe en 1980: "Solidarnosc trabaja, por lo menos a nivel local y regional, objetivamente visto, cada vez más como un órgano de doble poder; la revolución política antiburocrática apenas ha comenzado ya en Polonia. La experiencia polaca muestra el contenido de la revolución proletaria de las exigencias democráticas y nacionales en los estados obreros burocratizados". (40)

Los trotskistas se quejan de que aún en 1981, Solidarnosc no quiere tomarse el poder, aunque ellos representan el poder alternativo, el de los trabajadores. "La gente está desarmada por la incapacidad de Solidarnosc de tomarse el poder: sería trágico en este momento si el odio del totalitarismo llegase a desarmar a los obreros que están confrontándose con una dictadura totalitaria. Lo que existe ahora contra el Estado es la fuerza de los obreros polacos". (41) Y cuando Solidarnosc se extiende en 1989 con la ayuda de Reagan, Bush y la señora Thatcher y de todos los servicios de inteligencia del Oeste y está listo para tomarse el poder, Mandel aún no ha cambiado de opinión en lo que corresponde a la naturaleza auténtica de Solidarnosc y declara: "El gobierno de Solidarnosc es un triunfo para la clase obrera". (42)

Con la CIA, en Checoslovaquia

¡En 1990 en Checoslovaquia toma el poder Vaclav Havel, generalmente conocido como colaborador de Radio Europa Libre y de la CIA, nombrando al conocido trotskista Peter Uhl como director de la agencia de prensa checoslovaca, vocero oficial del nuevo Estado burgués pronorteamericano! Uhl escribe: "Se puede discutir hasta qué punto ha sido justificada la teoría de Trotski sobre la revolución política. Yo pienso que es en Checoslovaquia donde la realidad más se acerca a esta teoría". (43)

El 12 de noviembre reflexiona Mandel lo mismo, y lleva esta idea hasta lo absurdo: él compara la contrarrevolución checoslovaca... ¡con la gran Revolución de Octubre! En su resumen escriben los trotskistas: "Nuestro camarada Ernesto Mandel ha confirmado más claro que nunca que no hay ninguna duda: lo que vivimos ahora en Checoslovaquia y la RDA es la verdadera revolución con una magnitud y una profundidad sin precedentes desde la revolución rusa de 1917". (44)

Peter Uhl dio una descripción extraordinaria de la "revolución política" en Checoslovaquia, como una revolución anticomunista realizada por el frente de todas las fuerzas reaccionarias: "Habría algunos que veían en Carta 77 un paso hacia la revolución política, también yo; otros veían en ella un medio para predicar la palabra de Cristo; era un verdadero laboratorio de tolerancia". "Mientras que se trata de decir que se está en contra del 'comunismo', contra el estalinismo, contra la burocracia, todo el mundo está de acuerdo". (45) Linda descripción del frente de los fascistas clericales, los nacionalistas reaccionarios, los socialdemócratas, los agentes de la Radio Europa Libre y los trotskistas en servicio.

Agregamos lo que los trotskistas nos enseñaban en 1989: "Que la historia de Checoslovaquia ha tomado una revancha fantástica. El honor de Dubcek se restablece". (46) Aunque verdaderos comunistas pudiesen divergir de opinión sobre la pregunta si la intervención soviética de 1968 fue justa o no, no habrá dudas en lo que respecta al análisis unánime de "la primavera de Praga" como una contrarrevolución de tipo socialdemócrata.

En "La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo", le dedicamos un capítulo completo a Checoslovaquia entre 1968 y 1989, donde se aclara la relación entre las ideas socialdemócratas de Dubcek en 1968 y las de la revolución de terciopelo de Havel y de Uhl. También se comentan los puntos de vista de Castro, que apoyó la intervención, y de China, que la condenó.

¡La revolución proletaria en la RDA!

Desde septiembre de 1989, la burguesía revanchista de la República Federal Alemana apoyó con grandes medios económicos, con su radio y televisión la agitación anticomunista en la RDA. El grupo de Mandel aseguraba que "una verdadera revolución política empieza". (47)

Dos semanas después, ¡Mandel da la bienvenida a la revolución proletaria en la RDA! "El éxito del movimiento de masas que ha sacudido a la RDA tiene la magnitud de una verdadera revolución. Este movimiento sobrepasa todo lo que se ha visto en Europa desde 1968, quizás desde la revolución española.

El carácter proletario con el cual se ha iniciado la revolución en la RDA se demuestra por la inmensa perturbación en las fábricas". (48) Un mes después, en diciembre de 1989 la emoción de Mandel llegaba a su punto máximo: "Estoy realmente emocionado con todo lo que sucede en Berlín. Todo lo que Rosa Luxemburgo, Trotski y Lenin algún día esperaron, se realiza ahora. La primera revolución, desde la revolución de los Países Bajos en el siglo XVI, que no es amenazada por una intervención militar internacional. Nos encontramos ante la primera generación alemana, desde hace doscientos años, completamente antimilitarista y antinacionalista. Lo que estimula mi entusiasmo es la magnitud y la fuerza de este movimiento popular. De los quinientos mil habitantes de Leipzig, salieron a la calle durante ocho lunes consecutivos entre 200 y 300 mil personas. En Alemania del Este la corriente antisocialista es escasa.

Nadie puede decir dónde sucederá la próxima revolución en Rusia, Francia, Sudáfrica o España, pero lo que es seguro es que las revoluciones en Alemania del Este y Checoslovaquia tendrán sus frutos". (49)

Para ilustrar el carácter socialista de estos movimientos, cita la IV Internacional una declaración de... un grupo socialdemócrata. Sin embargo es justamente la socialdemocracia uno de los fuertes del imperialismo alemán como potencia expansionista. La estrategia y la táctica que Willy Brandt utilizó para infiltrar e influenciar el Partido Socialista Unificado de Alemania, para dividirlo y así destruirlo, tuvo un papel muy importante en su degeneración oportunista.

Los trotskistas citaban el siguiente texto: "La democratización necesaria en la RDA supone una oposición al poder, y a la pretensión de ser vocero de la verdad del partido dominante. Para nosotros, la formación de un partido socialdemócrata es muy importante. Nuestras orientaciones programáticas: formación de un Estado de derecho, democracia parlamentaria y pluripartidismo; economía social de mercado con una prohibición a la formación de monopolios; y la libertad de instaurar sindicatos independientes". (50)

De esta manera los trotskistas presentan un programa que alaba abiertamente el régimen burgués, como ilustración del carácter "proletario" de la "revolución política", que se está llevando a cabo...

La glasnost y el sistema multipartidario contra los "estalinistas"

Mandel estableció tres criterios para distinguir a los seguidores del "estalinismo", y de las fuerzas que estaban a favor del camino hacia el "socialismo democrático y autogestionario": la posición con respecto a la glasnost de Gorbachov, al rol del partido comunista, y a la represión en la plaza Tien An Men (51).

"¡Que viva la glasnost!"

"Definimos la glasnost como un proceso de cambios políticos que amplían el ejercicio de las libertades democráticas", escribió Mandel. (52)

En el libro "La URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo", hemos ofrecido un capítulo completo a demostrar que los cinco años de la glasnost prepararon sistemáticamente los espíritus para toda la restauración del capitalismo integral; que la glasnost ha resucitado los ideales de la gran burguesía rusa de 1917; que la glasnost le dio la voz a todos los anticomunistas, agentes de la CIA como William Colby, su director anterior, o al pastor Moon, a los seguidores del zarismo y a la iglesia ortodoxa zarista, a antiguos colaboradores nazis y a los hombres de Vlassov y de Bandera.

Mandel hablaba de "libertades democráticas" en general, sin carácter de clase, en el momento en que Gorbachov daba libertad a todos los contrarrevolucionarios que querían enterrar las últimas estructuras e influencias socialistas. El principio base del leninismo es que el socialismo es una dictadura de clase, que une a los trabajadores contra las fuerzas de la burguesía, contra los explotadores. Lenin dice: "Reconocemos que toda libertad, si no está subordinada a liberar el trabajo de la opresión capitalista, es un engaño." (53)

"¡Abajo el partido único!"

La glasnost cedió la palabra a todas las corrientes anticomunistas, e hizo posible que todas las fuerzas capitalistas y proimperialistas se organizasen y lucharan abiertamente por la restauración. Mandel aclamó en 1989 la instauración de partidos anticomunistas y contrarrevolucionarios en la URSS: "El comienzo de elecciones auténticas, como hoy se manifiesta en la URSS, es un gran paso adelante. Pero se necesitan elecciones realmente libres, con libertad para constituir tendencias, fracciones y partidos diversos, sin restricciones ideológicas". (54)

Entre 1989-1990, Mandel logra encontrar su mayor sueño, que es la legalización "de partidos diversos sin restricciones ideológicas", como también la posibilidad de que la burguesía soviética se manifieste por medio de partidos socialdemócratas, liberales, demócrata-cristianos, nacionalistas-zaristas, etc. Este pluralismo burgués marcó el fin del socialismo y trajo la restauración completa del capitalismo. Hoy, la práctica de la lucha de clases ha demostrado el carácter y la naturaleza de esta exigencia fundamental de los trotskistas. Con esto, una vez más se comprueba la verdad que tantas veces fue repetida por el Partido bolchevique y el camarada Stalin: el trotskismo es la socialdemocracia de derecha, empacada en palabrería de "izquierda".

En el capitulo "Partido único o pluripartidismo", dice Mandel: "Si se supone que tan sólo se pueden legalizar aquellos partidos y organizaciones que no tengan programas burgueses (¿y pequeño-burgueses?), ¿dónde se va a trazar la línea de demarcación? ¿Se prohibirán partidos que tienen miembros mayoritariamente obreros, pero que defienden una ideología burguesa? ¿Dónde se pondrá la línea demarcatoria entre un 'programa burgués' y la 'ideología reformista'? Entonces, ¿hay que prohibir los partidos reformistas? ¿Hay que suprimir la socialdemocracia? (...) Ninguna democracia obrera auténtica es posible sin la libertad de instaurar un sistema multipartidario" (55)

Sí, Lenin prohibió los partidos socialdemócratas, es decir los menchevistas y los social-revolucionarios, porque ellos lucharon durante la guerra civil al lado del zarismo, de la burguesía y de los ejércitos intervencionistas; y porque ellos fueron derrotados junto con las fuerzas feudales y de la burguesía. Y Lenin recalcó tantas veces que un representante inteligente de la gran burguesía, Miliukov, comprendía perfectamente que durante el primer período tan sólo un partido socialdemócrata de "izquierda" tendría posibilidades de movilizar las masas en la lucha antibolchevique.

"¡No reprimir la contrarrevolución!"

El trotskismo nunca perderá de vista su enemigo, el marxismo-leninismo y el movimiento comunista internacional.

Por eso Mandel concentra todos sus esfuerzos contra aquellos que denuncian los procesos contrarrevolucionarios. Durante 1989, dos tendencias políticas intentaron enfrentar la contrarrevolución en marcha. En primer lugar, fuerzas en Europa del Este que durante muchos años mostraron inclinaciones oportunistas del tipo de Jruschov, y que con respecto a la Unión Soviética mostraban un ciego seguimiento, pero que empezaron a darse cuenta de las verdaderas intenciones de Gorbachov; y en segundo lugar, el Partido Comunista Chino, que reprimió la revuelta antisocialista en Pekín.

Para acelerar el proceso de restauración en la Unión Soviética, Gorbachov dio luz verde a las fuerzas anticomunistas en Europa del Este, intentando impedir que los auténticos comunistas construyeran un frente antirrestauración. Al mismo tiempo, la restauración en Europa del Este tenía que alentar y ayudar a los "reformadores" de la URSS.

Cuando la restauración prácticamente se había culminado en Polonia y Hungría, decía Mandel: "Europa del Este es sacudida en este momento por una crisis sin precedentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En contra de lo que un análisis superficial pudiese hacer parecer, la burguesía europea no ve con buenos ojos esta desestabilización. Ella no guarda ninguna esperanza de recuperar a los países del Este para el capitalismo." (56)

Un año después, esa afirmación dejo a Mandel como el payaso de la contrarrevolución. Pero sirvió para justificar la ayuda a las fuerzas antisocialistas en su asalto contra la "burocracia". Mandel minó toda vigilancia contra la nueva burguesía y el imperialismo.

¡Al mismo tiempo, Mandel instauró una vigilancia inigualable contra las débiles fuerzas comunistas, que resistían a la ofensiva burguesía! "Se está tratando de organizar una especie de 'frente internacional' anti-Gorbachov, que incluye a aquellos que son llamados 'conservadores' en Rumania, Checoslovaquia, Alemania del Este, minorías neoestalinistas en Polonia y Hungría." (57)

En abril de 1989, Mandel da bienvenida al evidente progreso de la restauración burguesa en Polonia y Hungría, la que llama "experiencia pluralista". Havel es su héroe y los opositores a la restauración son enemigos irreductibles. "Al momento que en Polonia y Hungría se dan los primeros pasos en una experiencia limitada de pluralismo, la dirección de Praga reafirma el principio de 'rol dirigente del Partido' (...) La prensa en Alemania del Este continua apoyando la represión en Checoslovaquia, y estimula la formación del eje Praga-Berlín-Bucarest contra la perestroika. A Havel, el Neues Deutschland, lo señala de provocador". "Envíen mensajes de solidaridad a Vaclav Havel en la cárcel". (58) Para los trotskistas cada represión a las fuerzas antisocialistas, cada encarcelamiento de agentes subversivos que trabajan para la CIA, como Havel, es un crimen monstruoso.

En mayo de 1989, los estudiantes anticomunistas de Pekín habían aclamado a Gorbachov gritando: "¡Que viva la glasnost y la perestroika!" y "¡Que viva Solidarnosc!". Cuando el 4 de junio de 1989 las revueltas contrarrevolucionarias fueron reprimidas, se puso Mandel al lado de la extrema derecha internacional, para ese momento dirigida por el Kuomintang, el partido fascista al poder en Taiwán. En una primera reacción por los acontecimientos de Pekín, Mandel escribió: "La casta burocrática... no retrocede ante los crímenes más repugnantes. Esta lección de la historia ya fue escrita con sangre en los muros de Berlín en 1953, en Praga en 1968, en Gdansk en 1970 y en Varsovia en 1981. La magnitud de las crueldades en Pekín tan sólo se puede comparar con la manera como se aplastó la revolución húngara en 1956. (...) Los verdugos de Pekín aún no han ganado la batalla y el pueblo chino hoy se levanta. La insurrección se expande por el país. El ejército se desmorona y una verdadera guerra civil amenaza". (59) Como los fascistas de Taiwán, los trotskistas esperaban que se desatara en China una "verdadera guerra civil" contra "la clase burocrática". Después Mandel ha hecho un análisis "teórico" en el cual asegura lo siguiente: "La comuna (!) de Pekín en abril-mayo de 1989, fue el comienzo de una revolución política real que trataba de reemplazar el poder corrupto e ineficaz de una casta de burócratas, por el poder auténtico de las masas populares (...).

Las masas que se levantaron en Pekín no tenían ningún interés en restaurar el capitalismo. Tampoco era su objetivo". (60)

Aunque no eran los únicos, felizmente, que debían salvar el honor, rápidamente declararon: "Tan sólo el ala izquierda del Partido Comunista de la URSS ha salvado el honor del comunismo". "Hoy estamos orgullosos de ir mano a mano con otros comunistas en nuestra protesta contra la represión sangrienta en China. La primera reacción fue la de Boris Yeltsin. 'Lo que sucede en China es un crimen' declaró el recién elegido miembro del Soviet Supremo". (61) Por supuesto, Mandel estaba orgulloso de la compañía de Yeltsin.

En el ensayo "Tien An Men 1989: de la deriva revisionista al levantamiento contrarrevolucionario", hemos demostrado el verdadero carácter del movimiento de Pekín.

Fang Li-Zhi, indiscutiblemente el padre espiritual de la "protesta" estudiantil de Pekín, declaró el 17 de enero de 1989: "El socialismo, tipo Lenin-Stalin-Mao esta completamente desacreditado. ¿Es compatible la forma típica china de régimen dictatorial con el mercado libre? La dictadura socialista esta entrelazada con el sistema de propiedad colectiva y su ideología es contraria al derecho de propiedad exigido por el mercado libre". Tres de los principales líderes de Pekín, Yan Jiaqi, Wuer Kiaxi y Wang Runnan, se refugiaron en Francia y allí instauraron la Federación para la Democracia. Ellos fijaron los objetivos en su programa:

"Desarrollar una economía de iniciativa privada y poner fin a la dictadura del partido único". En nombre del sistema multipartidario, ellos se anexaron al partido fascista del Kuomintang. Wuer Kiaxi, alabado en la prensa trotskista, se reunió el 29 de enero de 1990 con el jefe del servicio de espionaje taiwanés en la República Popular de China. A él, John Chang, le declaró: "La comunicación entre los chinos anticomunistas es el primer paso hacia la unidad". Yan Jiagi y Wang Runnan también visitaron Taiwán. Yan declaró que "el hecho de que Taiwán tenga un gobierno democrático nos da la bienvenida. Esto me parece la base más importante para la unificación de Taiwán y la China continental". Yueh Wu, el líder del llamado Sindicato Obrero Independiente", tan querido por los trotskistas, llego a Taiwán el 16 de junio de 1990... invitado por la Liga Mundial Anticomunista. (62)

Así, en su intento de diferenciar a los estalinistas, que defienden los principios marxistas-leninistas, de los seguidores del "socialismo multipartidario", Mandel lanzo un tercer criterio: "Otro indicador es la posición con respecto a la represión sangrienta de la Comuna de Pekín. Casi todos los partidos que son seguidores de la glasnost, los encontramos de nuevo entre aquellos que condenaron las crueldades en la plaza Tien An Men". (63)

Los "estalinistas" desde Pyongyang hasta La Habana

En octubre de 1989, Mandel clasifica como fuerzas "estalinistas" a los partidos comunistas de China, Alemania del Este, Vietnam, Rumania, Checoslovaquia, Bulgaria, Japón, la India (el PCI-marxista), Corea del Norte, Albania, Portugal y a los grupos que él cataloga de proalbaneses y maoístas. Y también al Partido Comunista Cubano.

Cuando Mandel declara que "el Partido Comunista Cubano ocupa una posición especial", hace referencia a su táctica particular, con respecto a Cuba, para ayudar a la destrucción del Partido Comunista. Esto se aclara en base a la siguiente tesis que propone: "Los ataques de Fidel Castro y de la dirección cubana contra la glasnost, esto quiere decir, contra el proceso de democratización parcial que se adelanta en la URSS, son contrarios a los intereses del proletariado soviético, del proletariado mundial y a los de la revolución cubana. Ellos se arriesgan a provocar una verdadera crisis de legitimidad de la dirección cubana, ante una parte de las masas, sobre todo en los jóvenes". "Las limitaciones de libertad de pensamiento se hacen cada vez más abundantes en Cuba". El Partido Comunista "sustituye" a las masas. "Este doloroso retroceso ideológico, a largo plazo es un suicidio".

Castro no puede combatir eficientemente "la degeneración burocrática del Estado cubano" porque él "rechaza la glasnost, la democratización pluralista, el control institucional por las masas". "No le queda nada más que la lucha burocrática contra la burocracia. Él va en camino a una derrota como lo hemos visto en la URSS y la República Popular China". (64) Esto muestra que el odio de los trotskistas por "el régimen burocrático unipartidario" se extiende hasta el "Partido único cubano". Si su táctica de acercamiento difiere, es porque están convencidos de que pueden destruir más eficientemente al movimiento comunista en América Latina, por medio de la infiltración al Partido Comunista Cubano y a los partidos allegados a Cuba.

Esto ha sido claramente demostrado en el trabajo destructivo que estos nticomunistas ejecutaron durante diez años al interior del Frente Sandinista.

Ahora ellos esperan poder acercarse al ala "progresista, antiburocrática y reformista" del Partido Comunista Cubano. Ellos esperan que los continuos encuentros de los cubanos con los soviéticos, sean suficientes para haber formado partidarios de la glasnost y del pluripartidismo.

Entre tanto, hemos tenido la oportunidad de verificar, en la antigua URSS y en la Europa del Este, las consecuencias que han dejado los consejos de Mandel: triunfo de la contrarrevolución; una restauración total del capitalismo; resurgimiento del fascismo y del nacionalismo reaccionario; un capitalismo de los más salvajes, donde los super-ricos han llevado a millones de personas a la miseria, a la guerra civil.

No existe ninguna duda de que el Partido Comunista Cubano tomará las medidas necesarias para impedir la infiltración de estos contrarrevolucionarios y anticomunistas profesionales.

NOTAS

(1) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Ed. Union générale d'Éditions, 1976, Collection 10-18, p.26

(2) Mandel, Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.20.

(3) Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989, p.20 et 23.

(4) Rood, nº 14, 15 aout 1989

(5) Rood, 24 octobre 1989, p.6-7

(6) Rood, nº 24, 26 dècembre 1989, p.1.

(7) Mandel, Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.20.

(8) Inprecor, 11-24 septembre 1992, p. 19.

(9) Temps Nouveaux, nº 38-1990, p.41-42.

(10) Catherine Samary dans Argumenti e fakti, 2 dècembre 1989, Inprecor, nº 302, 9-23 fèvrier 1990, p.27.

(11) Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989, p. 303.

(12) Ibidem, p.305-306

(13) Inprecor, nº 285, 3 avril 1989, p.4.

(14) Sakharov, Mon pays et le monde, Ed. Seuil, 1975, p.75.

(15) Gazet van Antwerpen, 18 septembre 1989, p.6.

(16) Inprecor, nº 304, 9-22 mars 1990, p.36.

(17) Mandel, Financieel Ekonomische Tijd, 23 mars 1990: Ernest Mandel, Gorbatchev is te vergelijken met Roosevelt en De Gaulle.

(18) Inprecor, hors série, 29 aout 1991, p. 1-3.

(19) Harry Mol, Rood, nº 2, 22 janvier 1992, p.20.

(20) Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989 p.23.

(21) Rood, 9 janvier 1990, p. 10.

(22) Ibidem, p. 12.

(23) Mandel, Où va l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989 p.340.

(24) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Union gèn. D’Editions, Paris, 1976, Collection 10-18, p.193, 256, 257, 247.

(25) Trotsky, La Lutte antibureaucratique en URSS, Union gèn. D’Editions, 1975, p.300, 301, 169, 213.

(26) Turpin Pierre, Le trotskisme aujourd'hui, Ed. L'Harmattan, Paris, 1988, p.61-62.

(27) Bernard Henri, 1982, p.9.

(28) Ibidem, p.48-49.

(29) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Union gèn. D’Editions, Paris, 1976, Collection 10-18, p.169

(30) Ibidem, p.188.

(31) Ibidem, p.206.

(32) Ibidem, p.302-303.

(33) Turpin Pierre Le trotskisme aujourd'hui, Ed. L'Harmattan, Paris, 1988, p.23.

(34) Berkenkruis, juin 1992, nº 6, p.4-5, reprenant un article de Der Freiwillige, octobre 1956.

(35) Rood, 6 juni 1989, p.2.

(36) Inprecor, XIe Congrès mondial de la IVe Internationale, novembre 1979, p.250.

(37) Martens Ludo, L'URSS et la contre-révolution de velours, Ed. EPO, Bruxelles, 1990, p.107.

(38) Rood, 20 juin 1989, p. 6.

(39) Rood, nº 12, 20 juin 1989, p.12.

(40) Inprecor, nº 105, 6 juillet 1981, p.14.

(41) Sean Connolly, Inprecor, nº 108, 14 sept. 1981, p.24.

(42) Mandel, Inprecor, nº 283, 6 mars 1989, p.4.

(43) Petr Uhl, Inprecor, nº 304, 9-22 mars 1990, p.26.

(44) Rood, 26 décembre 1989, p.5.

(45) Inprecor, nº 296, 30 octobre - 12 novembre 1989, p.4.

(46) Rood, 26 décembre 1989, p. 8.

(47) Inprecor, nº 296, 30 octobre - 12 novembre 1989, p.4.

(48) Mandel, Inprecor, n* 297, 13-26 novembre 1989, p.3.

(49) Humo, 21 décembre 1989, p.18-20.

(50) Groupe d'Initiative pour un Parti Social-démocrate en RDA, 12 septembre 1989, dans Inprecor, nº 297, 13-26 novembre 1989, p.10.

(51) Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.15-16.

(52) Mandel, Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p. 15.

(53) Lènine, Le Ier Congrès de l'enseignement extrascolaire, 19 mai 1919, t.29, p.356-362.

(54) Mandel, Inprecor, nº 283, 6 mars 1989, p.4.

(55) Inprecor, numéro spécial, IXe Congrès mondial, 1979, p.236-237.

(56) Mandel, Inprecor, nº 283, 6 mars 1989, p.4.

(57) Inprecor, nº 283, 6 mars 1989, p 3.

(58) Inprecor, nº 287, 1er Mai 1989, p.8-9.

(59) Rood, 6 juin 1989, p.2.

(60) Rood, 20 juin 1989, p. 6-7.

(61) Rood, 20 juin 1989, p.6 et 12.

(62) Tien An Men 1989: de la dérive révisionniste à l'èmeute contre-révolutionnaire, dans Etudes marxistes, nº 12, septembre. 1991, Bruxelles, p. 62-63.

(63) Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.15-16.

(64) Inprecor, nº 295, 16-29 octobre 1989, p.18-19.